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Tara, ¿mi gata?

¿Qué sabemos del vacío en realidad? A veces (seguido), me parece irónico que siendo lo que es esa palabra, sea una sensación tan exhaustiva, decir que está vacío es como decir que no hay nada, pero al mismo tiempo, ese vacío lo ocupa todo. Decir que no hay nada no es tan cierto, pero es una manera de relegar todo, de tirarlo a un segundo plano. Y decir que Tara ocasionó el vacío más profundo en mi vida, no es para nada una exageración. Ahora no hay nada y al mismo tiempo un pensamiento sostenido que gira a su alrededor. Se fue Tara, salió de casa, se perdió. Siempre digo ¡Tara es mi gata! (o, ¿era?), pero Tara nunca fue mía, Tara sólo me escogía para brindarme su compañía. Tara era de ella y de la naturaleza que la hizo increíblemente perfecta. Tara es el nombre que le puse y me parecía profundamente impecable para esos ojitos que se expandían cuando ella me miraba, cuando jugábamos y seguía sigilosamente mis dedos en la orilla de mi cama. Tara no era mía, pero como humana, me gustaba ...
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Sé que no lo entenderías, porque incluso, hay días en que yo no lo entiendo. Quizá ni siquiera quieres entenderlo y bueno, no me sorprendería ni me podría hacer más chiquita (más chiquita). Aún así, con este camino tan bifurcado, despierto y lucho todos los días un poquito, por sostener mi verdad, mi construcción del pasado y de cada cosa que ha ocurrido por este cuerpo y esta mente; mi lucha interior por evitar la impunidad a la que lleva el olvido, y lograr construir esta memoria como medio para evitar que me vuelva a pasar, otra vez, otra vez, otra vez, infinitamente, otra vez. Pero, qué son estas tremendas ganas de apagar todos los días y también las ansias de vivirlos con tanta garra?; del acompañamiento mutuo y a veces de pedirte que me bajes en medio del camino a cualquier destino, de escapar a donde sea donde pueda estar sola, de cancelarme de tu vida, y luego, cancelarte de la mía? De borrarme de tu mapa, y olvidar que exististe. De olvidar que camine tu cuerpo, incansablement...

Los días raros

  La vida es el conjunto de todos los momentos que no terminan. De esos días magníficos en un encuentro con la familia, con amigos, el día en que volviste a ver a tu gata con la esperanza de que no te odie por haberte ausentado y ahora volver, el día que te graduaste con honores, el día que tu abuela te cuenta su memoria favorita por décima vez, el día que te diste cuenta que eras capaz de volver a amar, el día que nunca quisiste soltar la mano que sostienes ahora, el día que te desnudaste y no te sentiste desnuda, el día que tu hermano se casó, el día satisfactorio en terapia, el día que te empezaste a querer mucho y a gustar, el día en que quisiste pagar la cuenta en la comida familiar o quizá ese día soleado después de un invierno frío donde sientes como el sol calienta tu piel. Pero también, la vida es el conjunto de esos días obscuros, esos días que no te quieres levantar de tu cama ni siquiera para desayunar, el día en que la inercia te obliga a ir al gimnasio pero no aumenta...

Las historias que no se cuentan

Hay un montón de historias que ya no cuento, a pesar de que creo que puedo ser una buena narradora. Supongo que ha de ser la edad, entre más crezco, más observo, pero menos lo cuento. He formulado teorías increíbles, pero que terminan sustentando mi unilateral manera de ver el mundo. ¿A qué le tememos tanto de la soledad?  ¿Por qué nos cuesta tanto soltar?  ¿Por qué preferimos ser infelices con alguien qué no nos llena, al encuentro con la propia compañía? ¿Tan terrible es la idea de quedarnos con quien somos?  ¿En realidad no sabemos qué decisión tomar o es quizá que nos cuesta afrontar lo que ello significa? Creo que uno siempre sabe, pero a veces nos gusta engañarnos con esas pequeñas mentiras que no son piadosas y que terminan siendo gigantes. 24/02/20 No quiero cambiarte No quiero exigirte un cariño o siquiera pedírtelo no quiero pretender que seas quien no eres pero tampoco, tampoco quiero vivir sin la convicción de que me eliges cada ...

Las dudas infinitas.

Hay tantas cosas que desconozco y sin embargo no hay ninguna que me taladre tanto como la duda infinita de saber si eres lo que quiero. Te quiero y sin embargo eso no basta. No es suficiente para alimentar la convicción de mi decisión diaria de estar contigo. Y no es precisamente tan terrible y mediocre como suena lo que estoy contando, sino que a veces, nuestra manera tan desfasada de coincidir me orilla inevitablemente a una marea tibia, donde la duda se convierte en el timón más débil. Seguido nos visualizo y me doy cuenta qué somos tan diferentes, que indudablemente nuestras culturas nos separan en abismos y que individualmente nos diferenciamos en contrastes evidentes. Y aunque la distancia es ahora obligación para todos en el mundo, para nosotros ha sido la prueba diaria del lazo que hemos tejido; y aun así, pese a lo acostumbrada que ya debería de estar a ello, hay días en que me da miedo estarme equivocando por el miedo a no decirnos la verdad. Me da miedo que la distancia...

Espero que sepas que te quiero.

-Hoy me encontré con un pedazo de papel entre el desmadre que archivo.  Ojalá tuviera fecha, pero por el papel, debe de haber sido hace poco más de un año. Muchas veces pensé que nunca iba a querer a otra persona después de la primera gran ruptura de mi corazón, pero, afortunadamente me equivoqué en la predicción. Qué excepcional es la capacidad de sanar, de aprender de la manera en que quisimos, y de querer de nuevo. Siempre a diferentes personas, en diferentes momentos de nuestras vidas. Yo he vuelto a querer y sé, que lo volveré a hacer. G. Espero que sepas que te quiero. Que te quiero aquí, conmigo; Pero que también te quiero allá donde eres feliz, incluso sin mí. Me gusta saberte libre,  quizá eso sea lo que más me gusta de ti. Me gusta que eres diferente.  Y me refiero a mí y a todos los que estuvieron antes que ti.  Quizá no muchos, pero los suficientes para saber que la forma en que me gustas, es especial.  Quizá lo realmente es...

La certidumbre también destruye

Quiero decirte que te extraño los domingos. O que quizá, no sean los domingos el único día que te extraño, que a veces me calan los martes después del vacío del laburo, o los viernes cuando se acabaron los días hábiles, en plena tarde con el atardecer de ahora –verano, casi nueve de la noche, cuando no llega nadie, y termino buscándome acostada en la cama.   Quiero decirte que me haces falta. Que se siente que nada llena, porque no hay una medida suficiente para colmar el vacío de la ausencia.   Quiero decirte que no me encuentro. Que ya no hay camino conocido, y que es difícil caminar uniendo pedazos rotos del mapa que traza el posible regreso.   Quiero decirte que es difícil, que es duro, que a veces sin necesidad de detenerme (en mi s constantes pensamientos que a veces me hacen sentir abrumada) puedo advertir cada pequeña cosa, soy consciente de lo que se siente no tener cerca a quien se ama, l a emoción de conocer nuevas personas especiales –y...