Ir al contenido principal

La certidumbre también destruye

Quiero decirte que te extraño los domingos. O que quizá, no sean los domingos el único día que te extraño, que a veces me calan los martes después del vacío del laburo, o los viernes cuando se acabaron los días hábiles, en plena tarde con el atardecer de ahora –verano, casi nueve de la noche, cuando no llega nadie, y termino buscándome acostada en la cama. 
Quiero decirte que me haces falta. Que se siente que nada llena, porque no hay una medida suficiente para colmar el vacío de la ausencia. 
Quiero decirte que no me encuentro. Que ya no hay camino conocido, y que es difícil caminar uniendo pedazos rotos del mapa que traza el posible regreso. 
Quiero decirte que es difícil, que es duro, que a veces sin necesidad de detenerme (en mis constantes pensamientos que a veces me hacen sentir abrumada) puedo advertir cada pequeña cosa, soy consciente de lo que se siente no tener cerca a quien se ama, la emoción de conocer nuevas personas especiales –y a veces personas que te rasguñan el corazón-; quererlas, agradecerlas, sentir un poco de hogar en la distancia. Sentir la impotencia de anhelar lo que no se tiene cuando tampoco hay una voluntad firme de alcanzarlo. La constante sensación de no creer en nada. Lo que se experimenta cuando solo te lleva la corriente, cuando todos los días se sobreviven las circunstancias, a pesar de que hay pequeñas cosas que te hacen sentir que estás viviendo, el terrible sabor de boca de abrir los ojos a lo que sí pasa, y saber que realmente no, que ésta no es la vida que tú quieres, pero que aquí, es un lugar seguro. Nada/todo me agita el corazón y los sueños, porque absolutamente nada pasa cuando estoy en pausa, solo un abismo de incertidumbre que duerme en mi mente y que me provoca ansias afrontar, al menos hoy. El hoy que es siempre todavía, el hoy, que se convierte en todos los días.  
Entonces, me propongo, que quizá mañana no voy a silenciar la alarma. 
Pero ahora me cuestiono, ¿quizá ya no hay regreso? ¿Quizá es posible construirse diario y de diferentes maneras? Quizá nos perdemos porque ya no somos quienes éramos y entonces, es preciso usar el reverso en blanco de ese mapa de caminos que se bifurcan y no conducen a ningún lugar, y ¿empezar a esbozar uno nuevo? Qué quizá el destino no puede ser un lugar donde ya estuvimos, sino que es exigencia explorar nuevos horizontes que nos hagan descubrirnos, crecer, experimentarnos, afrontar los miedos, superarlos, perdernos, encontrarnos. Qué quizá siempre se extraña lo que uno fue en el pasado como muestra de que siempre nos hemos amado, pero, que es una nostalgia que se adhiere como motor para definir nuevas posibilidades de ser, lo que no significa que negamos lo que hemos sido, sino que todas las experiencias nos cambian, y que ello debe conducirnos invariablemente a caminos sin explorar. 
Pero quiero decirte -también, qué yo sé que es horrible sentirse perdida, que asfixia sentirse incapaz, y que no agobia lo que no se mueve. Que parece fácil esconderse en esa cueva todos los días porqué te da miedo explorar lo que no conoces, pero quizá, eso que no conoces, te haga bien, te haga sentir capaz e invencible, o qué quizá no, que quizá te va a destruir, pero en ese camino, YA estás avanzando. Qué yo sé -además, que no pasa nada en la certidumbre, pero la certidumbre también destruye. Nada crece donde nada pasa, donde no hay días que llueve ni días que el sol resplandece. Que si te atreves, que sí decides que hoy es el día para dejar de silenciar la alarma, quizá hoy descubras el camino a encontrarte. No sé si te vas a encontrar con quien fuiste, pero seguro sí, podrás afrontar quién eres. 

Tú puedes Daniela (o quién sea que seas).  

Comentarios

Entradas populares de este blog

Veo humanos, pero no humanidad.

¿Te has fijado como somos de indiferentes las personas? Como no reaccionamos, no nos importa, la indiferencia es peor que las otras actitudes. ¿Ves como somos soldaditos?  Hechos para obedecer y no preguntar. Parece que la sociedad esta dejando de evolucionar, no mejoramos, estamos destruyéndonos, parece que avanzamos, pero PARA ATRÁS. He querido cambiar las cosas, una, diez cien veces. Me siento tan enojada, no puedo ser la única con ganas de cambiar. Claro siempre te dicen que empieces por ti misma, ¿Y sabes por qué te lo dicen? Sí, porque es lo más difícil. Pero después de haberlo intentado y de haber fracasado tanto, me he sentido tan vacía, tan ridícula, tan frustrada. Y luego tan yo, como siempre; tan yo. Y no sé que es, siento que estoy equivocada, espero que alguien conteste a tantas interrogativas que de todo surgen. Pero, ¿sabes qué? Nunca nadie lo hace y eso me lastima tanto, ¿Por qué se aferran en hacerme sentir tan mal? ¿Por qué siempre quieren hacerte ve...

Es fin de año y no pude evitar escribirte.

Papá, estoy en Montevideo. Qué lugar lindo, debo decir, acabo de dar una vuelta y mire una casa como aquella que te gusta que está en Bosques, que cuando íbamos a misa y pasábamos te decía: yo te la voy a comprar. He pasado por Santiago, por Buenos Aires y ahora estoy hirviendo aquí en frente al mar. Quise empezar esto así, pero sabes que estoy llena de nostalgia, naturalmente porque nací contrariada con la vida y aumentado por estas fechas que se recuerda mucho a la familia y que lejos uno se da cuenta que hasta lo más mínimo es lo más maravilloso. Estoy haciendo un recuento de los daños, bueno quiero decir de este año y de doce meses he pasado cerca de siete fuera, y yo sé que esto debo de aprovecharlo, que hay pocas oportunidades así pero soy débil y todo me recuerda a casa, a la abuela, a la ciudad, a Ringo (nuestro perro). Vos sabes cuánto vivo atada a la nostalgia. Y es cierto también, que es bueno viajar, mira de cuantas cosas me he dado cuenta, cuanta pertenencia tengo haci...

Tara, ¿mi gata?

¿Qué sabemos del vacío en realidad? A veces (seguido), me parece irónico que siendo lo que es esa palabra, sea una sensación tan exhaustiva, decir que está vacío es como decir que no hay nada, pero al mismo tiempo, ese vacío lo ocupa todo. Decir que no hay nada no es tan cierto, pero es una manera de relegar todo, de tirarlo a un segundo plano. Y decir que Tara ocasionó el vacío más profundo en mi vida, no es para nada una exageración. Ahora no hay nada y al mismo tiempo un pensamiento sostenido que gira a su alrededor. Se fue Tara, salió de casa, se perdió. Siempre digo ¡Tara es mi gata! (o, ¿era?), pero Tara nunca fue mía, Tara sólo me escogía para brindarme su compañía. Tara era de ella y de la naturaleza que la hizo increíblemente perfecta. Tara es el nombre que le puse y me parecía profundamente impecable para esos ojitos que se expandían cuando ella me miraba, cuando jugábamos y seguía sigilosamente mis dedos en la orilla de mi cama. Tara no era mía, pero como humana, me gustaba ...