Ir al contenido principal

Las dudas infinitas.

Hay tantas cosas que desconozco y sin embargo no hay ninguna que me taladre tanto como la duda infinita de saber si eres lo que quiero. Te quiero y sin embargo eso no basta. No es suficiente para alimentar la convicción de mi decisión diaria de estar contigo. Y no es precisamente tan terrible y mediocre como suena lo que estoy contando, sino que a veces, nuestra manera tan desfasada de coincidir me orilla inevitablemente a una marea tibia, donde la duda se convierte en el timón más débil.
Seguido nos visualizo y me doy cuenta qué somos tan diferentes, que indudablemente nuestras culturas nos separan en abismos y que individualmente nos diferenciamos en contrastes evidentes. Y aunque la distancia es ahora obligación para todos en el mundo, para nosotros ha sido la prueba diaria del lazo que hemos tejido; y aun así, pese a lo acostumbrada que ya debería de estar a ello, hay días en que me da miedo estarme equivocando por el miedo a no decirnos la verdad. Me da miedo que la distancia se convierta en algo más que un obstáculo meramente físico. 
Me ha costado mucho acostumbrarme al ritmo tan poco millenial de procurarnos. Siento que me contesto a mi misma las veces que tú no lo haces - cuando en realidad sé, que el silencio también es una respuesta ¿no?- me exaspera la búsqueda incansable (y virtual porque así son las relaciones a distancia), tal y como si te gustara ausentarte y no sé, no lo sé. La razón de esta incertidumbre es que la lógica nunca me ha servido contigo, porque el sentido común no es precisamente tan “común” para ti, porque cuando te cuento el laberinto en el que he caído y te detallo, lo que para mi se asoma como una bifurcación infinita, para ti no significa siquiera una ecuación imposible, sino la más sencilla de las sumas y por ello, la más obvia respuesta.
Y creo que no es más que la falta de comunicación y el montón de ideas que se vuelven ciertas en mi cabeza cuando nunca lo han sido en la realidad. Me doy cuenta cuando te pregunto: ¿alguna vez has pensado que quizá no lo vamos a lograr? ¿Qué esto que tenemos no va a funcionar? Y no tardas nada en contestarme. “No, ¿por qué? Perdón sé que necesito usar más mi celular”. Y vuelve a mi la paz de estar pisando tierra firme.
Creo que, la duda ni siquiera va conmigo sino hacia ti (lo que también me asusta cuando pienso que podría estar casi con cualquier persona porque mis pretensiones y expectativas no son muchas); no sé si me quieres o si soy tan insignificante que no hay ninguna diferencia en tu vida, compartiéndola o no conmigo -y esto es, probablemente lo que más carva en mi orgullo- porque me asusta la insignificancia y la pequeñez. No sé que tanto pertenezca a mi idea del amor romántico la noción que tengo metida de querer ser trascendental y también lo más especial en tu vida. Y no, no quiero ser todo, pero si quiero ser prioridad.
Yo no despierto sin pensar en ti. No soy yo a la que se le olvida que existes, porque eres mucho en mi vida y trato de regar nuestra conexión que no crece automáticamente y que tampoco lo hace con un esfuerzo unilateral. ¿Y sabes? Me molesta, me molesta hasta lo imaginable comparar nuestras maneras de querer. Me molesta pero también me duele. Me duele porque entonces, quizá no he cambiado, quizá sigo siendo esa niña tonta egocéntrica y esta relación, al final, se trata solamente de mí. Y también -por sí no fuera poco- soy presa del miedo constante de no saber valorar el amor diferente, de querer que forzosamente me quieran de un modo igual al mío. De no apreciar tu otredad, tus esfuerzos por escribirme y dejarme saber que te preocupas por mí. No me doy cuenta y lo he minimizado un millón de veces y un millón de veces me he creído la historia tonta que yo me he inventado de que no me quieres.
Pero no somos de ningún modo, niños ni adolescentes tontos que pierden el tiempo porque no tienen nada más que hacer ¿cierto? No seríamos tan descuidados para jugar con lo irrecuperable. Porque en realidad, si hay muchas cosas que perder e independientemente de ello, ¿Quién se miente -hoy en día- para estar con alguien al que no quiere, cuando el mundo está poblado de una infinidad de posibilidades para encajar y amar?
Yo no me engaño, yo sé que te quiero. Pero indudablemente, si me asusta la posibilidad de estarlo haciendo en relación a lo que tú sientes por mí. ¿Por qué necesito que me recuerdes todos los días que me quieres y que te hago falta? ¿es egoísta? ¿es superficial?

No sé y aunque así soy, me gustaría mucho necesitar menos.

Yo siempre enigmada con la vida.

Ella.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Veo humanos, pero no humanidad.

¿Te has fijado como somos de indiferentes las personas? Como no reaccionamos, no nos importa, la indiferencia es peor que las otras actitudes. ¿Ves como somos soldaditos?  Hechos para obedecer y no preguntar. Parece que la sociedad esta dejando de evolucionar, no mejoramos, estamos destruyéndonos, parece que avanzamos, pero PARA ATRÁS. He querido cambiar las cosas, una, diez cien veces. Me siento tan enojada, no puedo ser la única con ganas de cambiar. Claro siempre te dicen que empieces por ti misma, ¿Y sabes por qué te lo dicen? Sí, porque es lo más difícil. Pero después de haberlo intentado y de haber fracasado tanto, me he sentido tan vacía, tan ridícula, tan frustrada. Y luego tan yo, como siempre; tan yo. Y no sé que es, siento que estoy equivocada, espero que alguien conteste a tantas interrogativas que de todo surgen. Pero, ¿sabes qué? Nunca nadie lo hace y eso me lastima tanto, ¿Por qué se aferran en hacerme sentir tan mal? ¿Por qué siempre quieren hacerte ve...

Es fin de año y no pude evitar escribirte.

Papá, estoy en Montevideo. Qué lugar lindo, debo decir, acabo de dar una vuelta y mire una casa como aquella que te gusta que está en Bosques, que cuando íbamos a misa y pasábamos te decía: yo te la voy a comprar. He pasado por Santiago, por Buenos Aires y ahora estoy hirviendo aquí en frente al mar. Quise empezar esto así, pero sabes que estoy llena de nostalgia, naturalmente porque nací contrariada con la vida y aumentado por estas fechas que se recuerda mucho a la familia y que lejos uno se da cuenta que hasta lo más mínimo es lo más maravilloso. Estoy haciendo un recuento de los daños, bueno quiero decir de este año y de doce meses he pasado cerca de siete fuera, y yo sé que esto debo de aprovecharlo, que hay pocas oportunidades así pero soy débil y todo me recuerda a casa, a la abuela, a la ciudad, a Ringo (nuestro perro). Vos sabes cuánto vivo atada a la nostalgia. Y es cierto también, que es bueno viajar, mira de cuantas cosas me he dado cuenta, cuanta pertenencia tengo haci...

Tara, ¿mi gata?

¿Qué sabemos del vacío en realidad? A veces (seguido), me parece irónico que siendo lo que es esa palabra, sea una sensación tan exhaustiva, decir que está vacío es como decir que no hay nada, pero al mismo tiempo, ese vacío lo ocupa todo. Decir que no hay nada no es tan cierto, pero es una manera de relegar todo, de tirarlo a un segundo plano. Y decir que Tara ocasionó el vacío más profundo en mi vida, no es para nada una exageración. Ahora no hay nada y al mismo tiempo un pensamiento sostenido que gira a su alrededor. Se fue Tara, salió de casa, se perdió. Siempre digo ¡Tara es mi gata! (o, ¿era?), pero Tara nunca fue mía, Tara sólo me escogía para brindarme su compañía. Tara era de ella y de la naturaleza que la hizo increíblemente perfecta. Tara es el nombre que le puse y me parecía profundamente impecable para esos ojitos que se expandían cuando ella me miraba, cuando jugábamos y seguía sigilosamente mis dedos en la orilla de mi cama. Tara no era mía, pero como humana, me gustaba ...