Ir al contenido principal

Coincidir contigo.

Sabía que nos íbamos a destrozar la vida, no sé cómo sería, ni tampoco sé cómo lo supe, supongo que fue con el tiempo que iba transcurriendo y él empezó llenando todos mis espacios, el día en que nuestro amor coincidió, más que todo la felicidad que sentí (que ciertamente era mucha) sentía un miedo tremendo, un miedo que quería comerse mi felicidad y que estaba a la sombra de ésta, un miedo de perder a quien amaba como si nunca hubiera amado a alguien y como si este fuera el amor que devoraría mi vida. 
Cuando digo que nos íbamos a destrozar la vida, no exactamente hablo de un mal, sino quizá que nos la íbamos a destrozar de felicidad, de la felicidad que se siente cuando vienes encontrando en una casualidad, tu vida, en un tipo que ha venido rondando día a día esperando ver mi ventana abierta y tocando a mi puerta esperando fielmente que algún día la abriera por completo y no a medias, como siempre he tenido mi vida, precisamente emparejada; ni cerrada, ni abierta, y yo como sorda, sin oír que tocaban y sin saber que quien tocaba la puerta era el amor de mi vida, y digo "el amor de mi vida" con todo el temor de decir esa puta frase que viene chingando vidas, lo digo así porque transformo todo lo que había en mí, sin intención de hacerlo, porque me he venido encontrando lo mejor de mi espacio en él, y porque en este momento de mi vida, él es el amor de ella. Luego me di cuenta, que estaba cansada de andar rondando por ahí, sin quedarme en ningún lugar, como estando en muchos lados y al final en ninguno y que yo siempre tan entercada, aferrada a seguir, sin darme cuenta que en mi vida, la única dirección puesta, era la reversa.
Al principio (cuando todo empezó) me daba la impresión de que mendigaba amor, que me decía rogando "quiéreme" pero en realidad nunca pude interpretar su amor silencioso que en realidad me decía: "quiéreme o no, yo lo sigo haciendo" y así paso el tiempo sin que realmente estuviéramos en la misma sintonia, que yo pasaba por todos lados pero nunca me quedaba en ninguno como encantada de la mala vida, de los malos tratos, de los malos hombres como que huyendo de él, que era mi casa, un dulce descanso a mi ajetreo diario, resistiéndome a descansar porque me gustaba quejarme de estar mal.
Nunca noté que incluso él amaba las partes de mí que yo evitaba sacar a la luz pero que al final salían y que evidentemente odiaba y trataba de excusarme por haberlas mostrado y él como diciendo shh shh, está bien, como besando mis heridas que él ni siquiera sabía que existían.
Desconcertada por tanto amor, llegue a pensar que ni siquiera tenía amor propio, porque seguía ahí como castigándome con su presencia tan buena, siendo que creo ser una pésima compañía, pero no me recriminaba nada, ni siquiera se enojaba porque no podía quedarme, ni me pedía que le explicara, aunque a veces su curiosidad era evidente, yo siempre la callaba.
Al final me di cuenta que la que suplicaba amor, era otra y que aquí estoy con mis maletas llenas de sueños, con mis deseos que ahora me alcanzan, con mis anhelos que te pretenden, que te asfixian, que aprietan para que no cedas, para que no te dejes llevar, para que no desistas, para que me tomes de la mano y me hagas caminar..
Porque aquí estamos coincidiendo, porque aquí está nuestro amor jugando, a encontrarse sin esconderse, a avanzar sin mirar atrás, a curarse las heridas que aún no tenemos, que después de tanto tiempo que hemos estado persiguiendo la eventualidad, la seguridad nos ha alcanzado a nosotros y nos ha tomado por la cabeza y hasta los pies, porque estamos aquí para quedarnos, porque después de estar rodeando, he llegado a ti, para pactar con la paz con la que me has venido tocando el corazón para arroparlo, para calmarlo, para besarlo.




Yo siempre enigmada con la vida:
Ella

Comentarios

Entradas populares de este blog

Veo humanos, pero no humanidad.

¿Te has fijado como somos de indiferentes las personas? Como no reaccionamos, no nos importa, la indiferencia es peor que las otras actitudes. ¿Ves como somos soldaditos?  Hechos para obedecer y no preguntar. Parece que la sociedad esta dejando de evolucionar, no mejoramos, estamos destruyéndonos, parece que avanzamos, pero PARA ATRÁS. He querido cambiar las cosas, una, diez cien veces. Me siento tan enojada, no puedo ser la única con ganas de cambiar. Claro siempre te dicen que empieces por ti misma, ¿Y sabes por qué te lo dicen? Sí, porque es lo más difícil. Pero después de haberlo intentado y de haber fracasado tanto, me he sentido tan vacía, tan ridícula, tan frustrada. Y luego tan yo, como siempre; tan yo. Y no sé que es, siento que estoy equivocada, espero que alguien conteste a tantas interrogativas que de todo surgen. Pero, ¿sabes qué? Nunca nadie lo hace y eso me lastima tanto, ¿Por qué se aferran en hacerme sentir tan mal? ¿Por qué siempre quieren hacerte ve...

Es fin de año y no pude evitar escribirte.

Papá, estoy en Montevideo. Qué lugar lindo, debo decir, acabo de dar una vuelta y mire una casa como aquella que te gusta que está en Bosques, que cuando íbamos a misa y pasábamos te decía: yo te la voy a comprar. He pasado por Santiago, por Buenos Aires y ahora estoy hirviendo aquí en frente al mar. Quise empezar esto así, pero sabes que estoy llena de nostalgia, naturalmente porque nací contrariada con la vida y aumentado por estas fechas que se recuerda mucho a la familia y que lejos uno se da cuenta que hasta lo más mínimo es lo más maravilloso. Estoy haciendo un recuento de los daños, bueno quiero decir de este año y de doce meses he pasado cerca de siete fuera, y yo sé que esto debo de aprovecharlo, que hay pocas oportunidades así pero soy débil y todo me recuerda a casa, a la abuela, a la ciudad, a Ringo (nuestro perro). Vos sabes cuánto vivo atada a la nostalgia. Y es cierto también, que es bueno viajar, mira de cuantas cosas me he dado cuenta, cuanta pertenencia tengo haci...

Tara, ¿mi gata?

¿Qué sabemos del vacío en realidad? A veces (seguido), me parece irónico que siendo lo que es esa palabra, sea una sensación tan exhaustiva, decir que está vacío es como decir que no hay nada, pero al mismo tiempo, ese vacío lo ocupa todo. Decir que no hay nada no es tan cierto, pero es una manera de relegar todo, de tirarlo a un segundo plano. Y decir que Tara ocasionó el vacío más profundo en mi vida, no es para nada una exageración. Ahora no hay nada y al mismo tiempo un pensamiento sostenido que gira a su alrededor. Se fue Tara, salió de casa, se perdió. Siempre digo ¡Tara es mi gata! (o, ¿era?), pero Tara nunca fue mía, Tara sólo me escogía para brindarme su compañía. Tara era de ella y de la naturaleza que la hizo increíblemente perfecta. Tara es el nombre que le puse y me parecía profundamente impecable para esos ojitos que se expandían cuando ella me miraba, cuando jugábamos y seguía sigilosamente mis dedos en la orilla de mi cama. Tara no era mía, pero como humana, me gustaba ...