¿Qué sabemos del vacío en realidad?
A veces (seguido), me parece irónico que siendo lo que es esa palabra, sea una sensación tan exhaustiva, decir que está vacío es como decir que no hay nada, pero al mismo tiempo, ese vacío lo ocupa todo.
Decir que no hay nada no es tan cierto, pero es una manera de relegar todo, de tirarlo a un segundo plano. Y decir que Tara ocasionó el vacío más profundo en mi vida, no es para nada una exageración. Ahora no hay nada y al mismo tiempo un pensamiento sostenido que gira a su alrededor.
Se fue Tara, salió de casa, se perdió. Siempre digo ¡Tara es mi gata! (o, ¿era?), pero Tara nunca fue mía, Tara sólo me escogía para brindarme su compañía.
Tara era de ella y de la naturaleza que la hizo increíblemente perfecta. Tara es el nombre que le puse y me parecía profundamente impecable para esos ojitos que se expandían cuando ella me miraba, cuando jugábamos y seguía sigilosamente mis dedos en la orilla de mi cama. Tara no era mía, pero como humana, me gustaba pensar que me pertenecía, cuando lo único que era propiedad mutua era la complicidad que no se esconde, el amor y la amistad que ella y yo teníamos.
Ella era silenciosa y al mismo tiempo maullaba incansablemente. Yo la miraba y ella me enseñaba tantas cosas, en ocasiones me desvelaba estudiando y ella me acompañaba, yo le hablaba y sé que ella me escuchaba.
No importa que nadie lo entienda, basta que yo valide mi dolor, me es suficiente con saber lo que ella era para mí llegar a casa agotada, y ver a mi gata en la puerta, asomandose a través de la ventana, anhelar el regreso para buscarla y encontrarla dormida en la sala. Dormir en la cama de arriba y una vez apagada la luz, verla a través de la claridad que brinda la obscuridad habituada, subiendo las escaleras de mi cama y acomodarse en una de mis almohadas. Seguido yo le hablaba y ella me maullaba de regreso. Esa comunicación que entendíamos las dos la tengo grabada como un casette que puedo reproducir cuando me da nostalgia.
La incertidumbre es sin duda una tormenta prolongada hasta que no se acaba.
Extrañarte, pensarte, sentir tu ausencia, aunque es infinitamente doloroso, me sigue enseñando, a conservar intacta la conexión que nos une y nos ha unido desde nuestro encuentro, cuando caminaba de regreso a casa y me enamoré de ti en medio de la calle, un martes por la tarde.
Atrás de todo, sé que somos seres temporales, aunque a veces nos creamos inmortales. Qué estamos un ratito y al otro no, aunque yo te extraño y sé que mañana también lo haré.
Nunca tuvo tanta vigencia en mi vida decir, que amar no es poseer.
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D.
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ResponderEliminarEste vacio lo comparto contigo en este momento. Duele mucho cuando crees que la vida te pertenece, extrañar siempre sera el precio de los momentos y vivencias. Pola tambien quedara siempre en mis recuerdos.Gracias Daniela.
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