Ir al contenido principal

No hay un buen título.

Treinta de agosto
Dos días después de que acabó.
"Todo pasa"
Probablemente sea la frase que más he escuchado en estos últimos dos días.
Ayer fue veintinueve, lo tuve presente desde el día anterior.
Desperté al sonido de mi primera alarma, hinchada de mis ojos como cuando lloro mucho y lo primero que pude hacer fue llorar otra vez. ¡Como si no me cansara!
Es evidente que me duele demasiado, que me duelen los ojos, la espalda, los sueños. Es evidente también, que no habrá otro veintinueve, marcado en mi agenda y que tampoco habrá un futuro para los dos juntos.
Todo pasó muy rápido.
Un día hacíamos planes increíbles y al otro, tuve que borrarlos.

Primero de septiembre.
Parece que han pasado meses. El tiempo se extiende en la dimensión de las horas
como si hace meses que hubiéramos terminado, y es precisamente en esa dimensión cuando siento que unos días estoy bien y otros, me caigo en el abismo.
A veces todo parece normal, pero a penas se asoma tu recuerdo y me hundo,
me hundo en la tristeza y en el vacío que ocupa todo el cuarto.
Lo peor es que no son días, sino momentos que se extienden en minutos, de horas
de un mismo día. Despierto desconsolada y en una hora, al laburo, como si hoy fuera un día ocupado para vos, como aquellos que solías tener y seguro por eso, no pudieras mandarme un mensaje; luego se me aprieta el corazón porque me acuerdo que no es así y que debería comenzar a acostumbrarme.
Ojalá pudiera pedir un descanso en el trabajo ¿No tenemos derecho a descansar
cuando tenemos el corazón roto?

Cuatro de septiembre.
Por todo el amor que te tengo y en honor a todo el amor que tú alguna vez me tuviste te pido: no me dejes así.

Ocho de septiembre.
Después de cuatro años de salir contigo, de estar contigo, de darnos todo lo que teníamos, sentir que no te conozco, NO ME JODAS, debe de ser una mala broma.

Nueve de septiembre.
No sé si pueda transmitir esta vez toda la impotencia y dolor que siento.
Sin arriesgarme a mentir, estos momentos parecen superar los peores de mi vida. Ufffa ¡Despiértenme!
Cuánto me gustaría que esto no fuera real.
Cuanto me gustaría huir de aquí, de la posibilidad de hablarte, buscarte, rogarte. Luego pienso: ya no tengo nada más que hacer, hice todo lo que pude, ni siquiera tendría porqué retenerte.
Lo difícil es cuando eres la que se queda aquí, pensando que si lo hubiéramos intentado hubiera sido posible.
No puedo decir que se me fue mi vida porque sigo aquí, aunque no parezca, viviendo por inercia, pero se fue la persona con quien compartía todo lo que era.

Catorce de septiembre.
Es como perder un amigo, más bien, perder al mejor de tus amigos. Como si se hubiera muerto, porque ya no está, porque ya no es la misma persona, pero no, es mucho peor, porque sigue por ahí; existiendo, pero ya no para ti.
La primera parte fue la más difícil, el luto completo, el dolor de no poder hablar contigo, de no verte, de no escuchar tu voz, de sostener tu mano, no contarte mi odio diario por cualquier estupidez, empezar a crear una nueva realidad: estar sin ti.

Quince de septiembre.
Encontraré la manera de huir del dolor. Es fácil comenzar a enamorarse y llegar a amar a una persona, lo difícil es ignorar que lo sigues haciendo cuando todo se acabó.
Ya es demasiado. Ya me cansé de llorar. Empecé el proceso de perdida que resultaba totalmente difícil para mi, aceptar que todo había acabado cuando parecía que todo iba a la perfección.

Fecha no registrada
No sabes cómo me muero porque me busques, porque me digas: “me equivoqué, vamos a intentarlo otra vez”. Yo sé que no va a pasar y sin embargo mis ganas quedan intactas, no se menoscaban no un poco con saber, todas las veces que me sentí pequeña, ni siquiera la vez que me humillé como nunca, hasta escuchar tu exasperante “¿cómo te explico? Ya no quiero” y me acuerdo bien que en ese instante me levanté del piso, me sequé las lágrimas, agarré mis llaves, mis ganas y pantalones para no regresar, para no voltear ni siquiera a verte por última vez.
No quise ser grosera, no creo que lo haya sido, sé que lo entendiste y hasta ahora no he sabido de ti, pero cuando me entero de alguna cosa sobre ti (desgraciadamente, porque esta ciudad en la que vivimos es pequeña y todos se conocen, justo como dicen “pueblo chico es infierno grande”) el mundo se me viene abajo y me frustro, me molesto porque antes fuimos confidentes y ahora desconocidos que se conocen perfectamente, la confianza se rompió porque no podemos contarnos nada PORQUE YA NO NOS PERTENECEMOS, porque no somos quienes fuimos y porque todo ya se echó a perder, y no puedo negar que, extraño la confianza de contarnos todo, incluso lo más banal.
Estoy en el limbo, muriéndome de ganas de saber de ti, de lo que haces, de tu trabajo, de lo que eres, y por otra parte quisiera cerrar este capítulo, quisiera no saber de ti porque cualquier cosa que me entero me viene hundiendo. Trato de recordar constantemente tus palabras “ya no quiero”, o recordar que todavía quisiste darle dinero a mis amigas para que me sacaran, eso te hace parecer como el patán que nunca creí que fuiste.
Me molesta escribir sobre ti, mucho me gustaría poder desprenderme de todo, sé que eventualmente pasará, pero me gustaría que fuera pronto, que todo lo bueno lo pudiera conservar como un recuerdo que me haga sonreír y no uno que me atormente como ahora lo hace. Me molesta estar prendida al dolor, pero tampoco creas que sigo hundida como las primeras dos semanas que no se asomaba el sol ni para secarme las lágrimas, he sido valiente y he afrontado el dolor con las pocas fuerzas que todavía tengo. Es injusto seguir pensando en ti, dedicarte tiempo y energía cuando ahora eres un fantasma en mi vida.


Todavía se me aprieta el corazón cuando pienso en ti, cuando pienso en tu familia, en lo mucho que extraño pasar los fines de semana con ellos y claro, al final también contigo.

Yo siempre enigmada con la vida
Ella

Comentarios

Entradas populares de este blog

Veo humanos, pero no humanidad.

¿Te has fijado como somos de indiferentes las personas? Como no reaccionamos, no nos importa, la indiferencia es peor que las otras actitudes. ¿Ves como somos soldaditos?  Hechos para obedecer y no preguntar. Parece que la sociedad esta dejando de evolucionar, no mejoramos, estamos destruyéndonos, parece que avanzamos, pero PARA ATRÁS. He querido cambiar las cosas, una, diez cien veces. Me siento tan enojada, no puedo ser la única con ganas de cambiar. Claro siempre te dicen que empieces por ti misma, ¿Y sabes por qué te lo dicen? Sí, porque es lo más difícil. Pero después de haberlo intentado y de haber fracasado tanto, me he sentido tan vacía, tan ridícula, tan frustrada. Y luego tan yo, como siempre; tan yo. Y no sé que es, siento que estoy equivocada, espero que alguien conteste a tantas interrogativas que de todo surgen. Pero, ¿sabes qué? Nunca nadie lo hace y eso me lastima tanto, ¿Por qué se aferran en hacerme sentir tan mal? ¿Por qué siempre quieren hacerte ve...

Es fin de año y no pude evitar escribirte.

Papá, estoy en Montevideo. Qué lugar lindo, debo decir, acabo de dar una vuelta y mire una casa como aquella que te gusta que está en Bosques, que cuando íbamos a misa y pasábamos te decía: yo te la voy a comprar. He pasado por Santiago, por Buenos Aires y ahora estoy hirviendo aquí en frente al mar. Quise empezar esto así, pero sabes que estoy llena de nostalgia, naturalmente porque nací contrariada con la vida y aumentado por estas fechas que se recuerda mucho a la familia y que lejos uno se da cuenta que hasta lo más mínimo es lo más maravilloso. Estoy haciendo un recuento de los daños, bueno quiero decir de este año y de doce meses he pasado cerca de siete fuera, y yo sé que esto debo de aprovecharlo, que hay pocas oportunidades así pero soy débil y todo me recuerda a casa, a la abuela, a la ciudad, a Ringo (nuestro perro). Vos sabes cuánto vivo atada a la nostalgia. Y es cierto también, que es bueno viajar, mira de cuantas cosas me he dado cuenta, cuanta pertenencia tengo haci...

Tara, ¿mi gata?

¿Qué sabemos del vacío en realidad? A veces (seguido), me parece irónico que siendo lo que es esa palabra, sea una sensación tan exhaustiva, decir que está vacío es como decir que no hay nada, pero al mismo tiempo, ese vacío lo ocupa todo. Decir que no hay nada no es tan cierto, pero es una manera de relegar todo, de tirarlo a un segundo plano. Y decir que Tara ocasionó el vacío más profundo en mi vida, no es para nada una exageración. Ahora no hay nada y al mismo tiempo un pensamiento sostenido que gira a su alrededor. Se fue Tara, salió de casa, se perdió. Siempre digo ¡Tara es mi gata! (o, ¿era?), pero Tara nunca fue mía, Tara sólo me escogía para brindarme su compañía. Tara era de ella y de la naturaleza que la hizo increíblemente perfecta. Tara es el nombre que le puse y me parecía profundamente impecable para esos ojitos que se expandían cuando ella me miraba, cuando jugábamos y seguía sigilosamente mis dedos en la orilla de mi cama. Tara no era mía, pero como humana, me gustaba ...