Papá, estoy en Montevideo.
Qué lugar lindo, debo decir, acabo de dar una vuelta y mire una casa como aquella que te gusta que está en Bosques, que cuando íbamos a misa y pasábamos te decía: yo te la voy a comprar.
He pasado por Santiago, por Buenos Aires y ahora estoy hirviendo aquí en frente al mar.
Quise empezar esto así, pero sabes que estoy llena de nostalgia, naturalmente porque nací contrariada con la vida y aumentado por estas fechas que se recuerda mucho a la familia y que lejos uno se da cuenta que hasta lo más mínimo es lo más maravilloso.
Estoy haciendo un recuento de los daños, bueno quiero decir de este año y de doce meses he pasado cerca de siete fuera, y yo sé que esto debo de aprovecharlo, que hay pocas oportunidades así pero soy débil y todo me recuerda a casa, a la abuela, a la ciudad, a Ringo (nuestro perro). Vos sabes cuánto vivo atada a la nostalgia. Y es cierto también, que es bueno viajar, mira de cuantas cosas me he dado cuenta, cuanta pertenencia tengo hacia México y cuánto me gustaría estar en la sala charlando contigo. Bien me ha servido hablar contigo cada semana o cuando nos es posible y encarar que nos afectan las mismas cosas, que somos sensibles ante la pobreza, que la indiferencia no nos ataca y que es bueno tenernos, teniendo certeza que escucharnos es alimentar el alma.
Hoy estoy llena de nostalgia y he querido a toda costa evitar llorar, pero las lágrimas salen solas y aunque ya solo faltan tres semanas, la añoranza me abraza a diario y la esperanza de expresar diariamente la gratitud de tenerlos conmigo alimenta un poco mi alma.
He estado algunos días enferma, raro en mi, que aunque siempre me dices que estoy enferma de ningún mal (que soy hipocondriaca) y he creido un poco eso, pero me he diagnosticado sola: estoy enferma de la distancia que me separa de casa, mi mente que los piensa y mi cuerpo que resiente lo físico.
Es fin de año y no pude evitar escribir, de alguna manera me dirijo a ti porque me identifico mucho contigo, y eres un buen canal para pasar mensajes.
Sé que te encantaría estar conmigo viendo el mar, meterte a nadar y tomar una cerveza. Quiero decirte que te voy a traer acá y quizá hasta te compre esa casa que acabo de mirar, pero no quiero equivocarme y solo quiero estar segura de que este año próximo pueda pasar más tiempo con vos, porque a pesar de esta distancia no hay día que no te piense, que no los piense.
Un abrazo para todos, cuanto me hacen falta.
Qué lugar lindo, debo decir, acabo de dar una vuelta y mire una casa como aquella que te gusta que está en Bosques, que cuando íbamos a misa y pasábamos te decía: yo te la voy a comprar.
He pasado por Santiago, por Buenos Aires y ahora estoy hirviendo aquí en frente al mar.
Quise empezar esto así, pero sabes que estoy llena de nostalgia, naturalmente porque nací contrariada con la vida y aumentado por estas fechas que se recuerda mucho a la familia y que lejos uno se da cuenta que hasta lo más mínimo es lo más maravilloso.
Estoy haciendo un recuento de los daños, bueno quiero decir de este año y de doce meses he pasado cerca de siete fuera, y yo sé que esto debo de aprovecharlo, que hay pocas oportunidades así pero soy débil y todo me recuerda a casa, a la abuela, a la ciudad, a Ringo (nuestro perro). Vos sabes cuánto vivo atada a la nostalgia. Y es cierto también, que es bueno viajar, mira de cuantas cosas me he dado cuenta, cuanta pertenencia tengo hacia México y cuánto me gustaría estar en la sala charlando contigo. Bien me ha servido hablar contigo cada semana o cuando nos es posible y encarar que nos afectan las mismas cosas, que somos sensibles ante la pobreza, que la indiferencia no nos ataca y que es bueno tenernos, teniendo certeza que escucharnos es alimentar el alma.
Hoy estoy llena de nostalgia y he querido a toda costa evitar llorar, pero las lágrimas salen solas y aunque ya solo faltan tres semanas, la añoranza me abraza a diario y la esperanza de expresar diariamente la gratitud de tenerlos conmigo alimenta un poco mi alma.
He estado algunos días enferma, raro en mi, que aunque siempre me dices que estoy enferma de ningún mal (que soy hipocondriaca) y he creido un poco eso, pero me he diagnosticado sola: estoy enferma de la distancia que me separa de casa, mi mente que los piensa y mi cuerpo que resiente lo físico.
Es fin de año y no pude evitar escribir, de alguna manera me dirijo a ti porque me identifico mucho contigo, y eres un buen canal para pasar mensajes.
Sé que te encantaría estar conmigo viendo el mar, meterte a nadar y tomar una cerveza. Quiero decirte que te voy a traer acá y quizá hasta te compre esa casa que acabo de mirar, pero no quiero equivocarme y solo quiero estar segura de que este año próximo pueda pasar más tiempo con vos, porque a pesar de esta distancia no hay día que no te piense, que no los piense.
Un abrazo para todos, cuanto me hacen falta.
Yo siempre enigmada con la vida.
Ella
Eres de Argentina?
ResponderEliminarHola Edgar! Nooo soy de México, pero viví seis meses en Argentina
Eliminar¿De qué parte eres?, si se puede saber claro, yo de la CDMX. En serió, tus palabras me conmueven, y me llenan de nostalgia, hay situaciones que han pasado y no lo he sacado, y te leo y pareciera que eres mi voz que se niega ha decir lo que siento.
EliminarGracias a tí por responder.
Soy de Aguascalientes! Supongo que es la magia de escribir ¿no?
Eliminarlas palabras parecen acomodarse a nuestra situación, gracias por comentar!
Por lo menos ya conozco el origen geográfico de donde provienen aquellas palabras que se acomodan a lo que por momentos me llenan de muchísima nostalgia, y en otros de mucha satisfacción... Gracias por responder!!
Eliminar