Ir al contenido principal

Acerca de la llegada.


¿Cómo comencé el viaje?
Quizá no comenzó exactamente el día 23 de agosto en el aeropuerto de mi ciudad. Pienso que esto comenzó antes, quizá hace cuatro años en mis clases sabatinas del primer nivel de italiano con una finalidad, mi intercambio a Italia, después con los siguientes niveles y finalmente con el examen para certificar que dominaba básicamente el idioma y después concursar para la beca ideal para mí.
Después vinieron muchas complicaciones, primero que la beca solo se abría en el primer semestre del año, entonces esperé al primer semestre del año y después de la espera y de realizar mi trámite para mi universidad soñada, mi carta no llego, ni siquiera con los dos correos que envié insistiendo que la mandaran, no pudiendo al menos concursar para la beca.
Finalmente, habiendo escogido Argentina por la beca de manutención (comida y hospedaje) que me ofrecieron a través del programa JIMA y después de mucha burocracia y de finalmente gestionar el intercambio por mí misma, mandando personalmente el correo a mi universidad receptora, comprar un vuelo exorbitante para mis posibilidades (y las de mi papá, principal patrocinador de este sueño), cargar con una sola salsa y seis latitas de chiles jalapeños, estoy aquí, en el aeropuerto de mi Ciudad, a las seis y catorce de la mañana, sentada esperando que transcurra el tiempo para abordar, a lado de mi papá quien insiste en que tenga cuidado y quien siempre me da las principales especificaciones cuando suelo viajar sola..

De pronto me quedo pensando “viajar sola” bueno, seguido viajo sola, pero no, este viaje es diferente, este viaje es el primero que hago realmente sola, con una maleta donde intenté meter tres estaciones del año, una mochila prestada donde traigo la cobija que mi novio me regalo (definitivamente fue lo mejor que pude traer) y muchos sueños que a penas y puedo cargar yendo de aeropuerto en aeropuerto (finalmente seis hasta llegar a Tucumán), a la expectativa de muchas cosas, principalmente ¿Cómo será mi ciudad? Después ¿Con quién compartiré cuarto? ¿Qué tal será la “residencia universitaria”? ¿Qué tan lejos estará de mi universidad?. Con dos escalas y más de dieciocho horas de vuelo he aterrizado en Tucumán, y al menos en lo que pude ver pareció un lugar muy rural. El aeropuerto parece viejo e inclusive más chico que el de mi ciudad (¿eso se puede? Parece que sí) Rápido tomé un taxi verificando tarifas y tratando de no ser estafada, sale mucho mejor usar los pocos dólares que traigo conmigo. Llevo unos minutos charlando con el taxista y de pronto viene a mi mente una terrible pregunta ¿QUÉ DEMONIOS ESTOY HACIENDO AQUÍ?  Viene a mí un mini ataque de pánico con las primeras impresiones. Quisiera poder describir la ciudad pero realmente no puedo porque nunca he estado en un lugar parecido ni que se acerque un poco, parece totalmente de otra época, un poco siniestro porque la ciudad parece algo abandonada y gris. Pasé por varios parques que estaban solos y secos. Mucho ayuda que es invierno y que llegue a la hora que todos están haciendo la siesta en pleno día hábil, como suelen hacer los tucumanos. Después de casi media hora atravesando la ciudad llegué a la “residencia universitaria” cuando fui avisada que viviría ahí, imaginé totalmente diferente la situación, pues ¿qué voy a pensar cuando me dicen: “Residencia de estudiantes extranjeros”? claro que yo imagine cuartos comunes en departamentos o algo parecido, pues total que absolutamente fuera de mi mente timbro al portón negro que anuncia UNT en un vidrio roto, dudo que sea el lugar indicado pero señalaba precisamente el número seiscientos treinta y tres de la calle Rioja, “uff” exhale cuando veo tras la ventanilla varios chicos sentados en una mesa, parecen sorprendidos con mi llegada, pero la sorprendida soy yo con tanta gente que no esperaba otro más en la casa. Pesé a que soy la estudiante número dieciocho que viene a vivir en la casa en este semestre y pesé a que ya viven super apretados, los chicos parecen ser sumamente amables, casi todos brasileños, al menos los que me recibieron no dudan en compartirme de su almuerzo. Me siento aliviada que los chicos sean brasileños porque siento simpatía hacia ellos, pero me embarga la preocupación porque no hay siquiera un colchón donde pueda dormir, ni espacio para poner toda mi ropa (aunque ésta no sea mucha). En la casa hay ocho cuartos, cuatro baños, cinco regaderas y dos cocinas. Se vive, eso puedo decir. De alguna manera han conseguido vivir y conseguiremos hacerlo. Con algo de hambre y cero efectivo (al menos en moneda argentina) en mi bolsa, Laura (otra brasileña) me presta veinticinco pesos argentinos (treinta y dos mexicanos) para ir al “Comedor Popular Estudiantil Santos Discepolo” lugar donde comí sopa (con algunos granos deshechos de arroz), agua de algún sabor de sobrecito, pan y pasta con queso. Nada mal para lo que pague. Regresamos a la casa, y la ciudad está dormida, acá en Tucumán parece una ciudad de ensueño mexicano, porque la gente cierra a medio día y abre hasta las cinco de la tarde porque además de comer, les ha de dar mal del puerco porque hacen literalmente la siesta. ¡Es real! Finalmente Eugenio (el encargado de nuestra casa en Tucumán) trajo un colchón que no cabe en ninguna habitación porque hay algunas donde duermen hasta cuatro. Lo bueno que no falta el que siempre comprende y Camilo junto con Violeta y Duda me invitan a meter temporalmente mi colchón a su cuarto, me siento ultra incomoda porqué entiendo que somos muchos pero lo único que nos diferencia es el momento en que llego cada uno. Yo fui la ultima y me toca la peor parte. Ahora estoy incomoda, con algo de miedo en una ciudad desconocida y sin ganas de ir a la universidad. Será después, será después. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Veo humanos, pero no humanidad.

¿Te has fijado como somos de indiferentes las personas? Como no reaccionamos, no nos importa, la indiferencia es peor que las otras actitudes. ¿Ves como somos soldaditos?  Hechos para obedecer y no preguntar. Parece que la sociedad esta dejando de evolucionar, no mejoramos, estamos destruyéndonos, parece que avanzamos, pero PARA ATRÁS. He querido cambiar las cosas, una, diez cien veces. Me siento tan enojada, no puedo ser la única con ganas de cambiar. Claro siempre te dicen que empieces por ti misma, ¿Y sabes por qué te lo dicen? Sí, porque es lo más difícil. Pero después de haberlo intentado y de haber fracasado tanto, me he sentido tan vacía, tan ridícula, tan frustrada. Y luego tan yo, como siempre; tan yo. Y no sé que es, siento que estoy equivocada, espero que alguien conteste a tantas interrogativas que de todo surgen. Pero, ¿sabes qué? Nunca nadie lo hace y eso me lastima tanto, ¿Por qué se aferran en hacerme sentir tan mal? ¿Por qué siempre quieren hacerte ve...

Es fin de año y no pude evitar escribirte.

Papá, estoy en Montevideo. Qué lugar lindo, debo decir, acabo de dar una vuelta y mire una casa como aquella que te gusta que está en Bosques, que cuando íbamos a misa y pasábamos te decía: yo te la voy a comprar. He pasado por Santiago, por Buenos Aires y ahora estoy hirviendo aquí en frente al mar. Quise empezar esto así, pero sabes que estoy llena de nostalgia, naturalmente porque nací contrariada con la vida y aumentado por estas fechas que se recuerda mucho a la familia y que lejos uno se da cuenta que hasta lo más mínimo es lo más maravilloso. Estoy haciendo un recuento de los daños, bueno quiero decir de este año y de doce meses he pasado cerca de siete fuera, y yo sé que esto debo de aprovecharlo, que hay pocas oportunidades así pero soy débil y todo me recuerda a casa, a la abuela, a la ciudad, a Ringo (nuestro perro). Vos sabes cuánto vivo atada a la nostalgia. Y es cierto también, que es bueno viajar, mira de cuantas cosas me he dado cuenta, cuanta pertenencia tengo haci...

Tara, ¿mi gata?

¿Qué sabemos del vacío en realidad? A veces (seguido), me parece irónico que siendo lo que es esa palabra, sea una sensación tan exhaustiva, decir que está vacío es como decir que no hay nada, pero al mismo tiempo, ese vacío lo ocupa todo. Decir que no hay nada no es tan cierto, pero es una manera de relegar todo, de tirarlo a un segundo plano. Y decir que Tara ocasionó el vacío más profundo en mi vida, no es para nada una exageración. Ahora no hay nada y al mismo tiempo un pensamiento sostenido que gira a su alrededor. Se fue Tara, salió de casa, se perdió. Siempre digo ¡Tara es mi gata! (o, ¿era?), pero Tara nunca fue mía, Tara sólo me escogía para brindarme su compañía. Tara era de ella y de la naturaleza que la hizo increíblemente perfecta. Tara es el nombre que le puse y me parecía profundamente impecable para esos ojitos que se expandían cuando ella me miraba, cuando jugábamos y seguía sigilosamente mis dedos en la orilla de mi cama. Tara no era mía, pero como humana, me gustaba ...