Ir al contenido principal

De la teoría a la práctica.

¿Has querido avanzar de un amor que parece imposible de olvidar? ¿Lo has intentado?
¿Lo has logrado? ¿Cuánto sufrimiento te ha acarreado? ¿Haz pensado que quizá el problema de olvidar es tuyo?

Es increíble la capacidad de la mente para crear situaciones aparentemente reales pero finalmente ficticias. He vivido engañada, quizá más tiempo del que me gustaría aceptar. ¿Es verdad aquel dicho popular: “no hay peor ciego que el que no quiere ver”? Lo entendí. Es cierto. El instinto siempre presente de hacerme la fuerte, fingiendo serlo. Y al final siempre perdiendo, porque no podía hacerlo. Tantas veces creyendo que me tenías cansada, pero siempre atada, incapaz de dejarte, pero ¿Cómo lo haría? Si eras mío, y yo parte de ti, quizá más lo segundo que lo primero. No podía soltar al único que me había amado. Pero nunca entendí, único porque nunca deje que alguien más lo hiciera, porque después de ti me escondí, hui de la realidad, para refugiarme en la aparentemente “nuestra”. No podía soltarte porque me quedaría sola, no lo aceptaba pero así era. Veía pasar el tiempo, ahí estabas, como fantasma siempre presente en todas las cosas pero sin estarlo, apareciendo de repente, a ratos, espontáneamente, inconstante como siempre lo fuiste. ¿Y sabes por qué digo “lo fuiste”? Porqué has dejado de ser. No hablo de tu inconstancia, que seguramente sea algo de lo que nunca te desprenderás, sino de tu ser. Así cómo eras todo, tomaste la forma de nada, te volviste un polvo molesto que he dejado de inquietarme en sacudir. Me ha llevado tiempo, tal vez más de lo que creería. Constantemente me preguntaba “¿por qué me pasa esto?” Y me pude contestar, después de vivir más que de pensar: “porque así lo he querido”. Porque nadie tiene lo que no merece, en estos casos así es. Entonces pude focalizar todo en “no querer”. En dejar de permitir, en dejar de querer, porque te quería y te quería más que a mi misma. ¿Por qué sufría por alguien que no lo valía? ¿Por alguien que a ratos me recordaba y no siempre como yo lo hacia? Pero todo era parte del disfraz, te creía valioso sin serlo. Me aferre a un pasado inexistente a un pasado fugaz, lo quise extender para que fuera también presente. ¿Y sabes qué? Lo logré y concretizando: los peores meses de mi vida. Viviendo sin vivir, creyendo en un fantasma, sabiendo en realidad lo que pasaba. Es difícil dejar a alguien que le dio algo de sentido en algún momento en nuestras vidas. Es trabajoso moverse, avanzar, es difícil olvidar lo que se quiso, pero es imposible avanzar mirando siempre hacia atrás. Es imposible vivir de verdad sin tener amor propio. Pero te agradezco, porque aprendí bastante no tanto de ti, pero si gracias a ti. No sé de donde saque tanta decisión, pero también es verdad eso de “querer es poder”, nuestra despedida, si la podría llamar así, fue darme cuenta de que ya no siento nada por ti, ni amor, ni rencor, ni siquiera simpatía. Fue darme cuenta que el pasado ha tomado su lugar y que después de tanto tiempo de verdad, me quite la venda y los lazos que me ataban a ti. Han pasado 6 meses ya, desde que escribí “El final de nuestra historia” y fue el tiempo necesario para vivirlo, para pasar de la teoría a la práctica. Cuídate, y mi único consejo para ti es: “quiérete”.

Hasta nunca.

Yo siempre enigmada con la vida:

Ella

Comentarios

Entradas populares de este blog

Veo humanos, pero no humanidad.

¿Te has fijado como somos de indiferentes las personas? Como no reaccionamos, no nos importa, la indiferencia es peor que las otras actitudes. ¿Ves como somos soldaditos?  Hechos para obedecer y no preguntar. Parece que la sociedad esta dejando de evolucionar, no mejoramos, estamos destruyéndonos, parece que avanzamos, pero PARA ATRÁS. He querido cambiar las cosas, una, diez cien veces. Me siento tan enojada, no puedo ser la única con ganas de cambiar. Claro siempre te dicen que empieces por ti misma, ¿Y sabes por qué te lo dicen? Sí, porque es lo más difícil. Pero después de haberlo intentado y de haber fracasado tanto, me he sentido tan vacía, tan ridícula, tan frustrada. Y luego tan yo, como siempre; tan yo. Y no sé que es, siento que estoy equivocada, espero que alguien conteste a tantas interrogativas que de todo surgen. Pero, ¿sabes qué? Nunca nadie lo hace y eso me lastima tanto, ¿Por qué se aferran en hacerme sentir tan mal? ¿Por qué siempre quieren hacerte ve...

Es fin de año y no pude evitar escribirte.

Papá, estoy en Montevideo. Qué lugar lindo, debo decir, acabo de dar una vuelta y mire una casa como aquella que te gusta que está en Bosques, que cuando íbamos a misa y pasábamos te decía: yo te la voy a comprar. He pasado por Santiago, por Buenos Aires y ahora estoy hirviendo aquí en frente al mar. Quise empezar esto así, pero sabes que estoy llena de nostalgia, naturalmente porque nací contrariada con la vida y aumentado por estas fechas que se recuerda mucho a la familia y que lejos uno se da cuenta que hasta lo más mínimo es lo más maravilloso. Estoy haciendo un recuento de los daños, bueno quiero decir de este año y de doce meses he pasado cerca de siete fuera, y yo sé que esto debo de aprovecharlo, que hay pocas oportunidades así pero soy débil y todo me recuerda a casa, a la abuela, a la ciudad, a Ringo (nuestro perro). Vos sabes cuánto vivo atada a la nostalgia. Y es cierto también, que es bueno viajar, mira de cuantas cosas me he dado cuenta, cuanta pertenencia tengo haci...

Tara, ¿mi gata?

¿Qué sabemos del vacío en realidad? A veces (seguido), me parece irónico que siendo lo que es esa palabra, sea una sensación tan exhaustiva, decir que está vacío es como decir que no hay nada, pero al mismo tiempo, ese vacío lo ocupa todo. Decir que no hay nada no es tan cierto, pero es una manera de relegar todo, de tirarlo a un segundo plano. Y decir que Tara ocasionó el vacío más profundo en mi vida, no es para nada una exageración. Ahora no hay nada y al mismo tiempo un pensamiento sostenido que gira a su alrededor. Se fue Tara, salió de casa, se perdió. Siempre digo ¡Tara es mi gata! (o, ¿era?), pero Tara nunca fue mía, Tara sólo me escogía para brindarme su compañía. Tara era de ella y de la naturaleza que la hizo increíblemente perfecta. Tara es el nombre que le puse y me parecía profundamente impecable para esos ojitos que se expandían cuando ella me miraba, cuando jugábamos y seguía sigilosamente mis dedos en la orilla de mi cama. Tara no era mía, pero como humana, me gustaba ...